En RECREAR , ese refugio íntimo donde el teatro respira a centímetros del espectador, viví dos latidos distintos de una misma noche, dos pulsos escénicos que se entrelazaron para recordarme que el teatro, cuando se acerca tanto, no solo se mira: se habita, se siente en la piel. El primero fue Metamorfosis , de y con Agustín Patiño , bajo la dirección de Rosa Melgarejo . Una persona se enfrenta con una nueva escena del crimen, con una historia negada, con una muerte más que se suma a tantas, y con un pasado que vuelve cargado de dolor. La pregunta atraviesa todo: ¿qué pasaría si tenés que esconder lo que sentís para que no te maten? Entonces estallan las palabras, primero como susurro y después como grito; palabras que se vomitan, que se desgarran, que se suicidan en la desesperación de no poder nombrar lo que duele. Sobre el escenario, un maletín, unos guantes, objetos aparentemente corrientes pero que en las manos de Patiño arden de significado. Cada gesto abre memorias: la ti...
No es lo mismo ver que mirar. Ver es pasar los ojos; mirar es dejarse atravesar. Mirar teatro es abrirse a otros cuerpos y verdades, habitar por un rato mundos soñados y sostenidos por el pulso del teatro independiente. Desde mi blog MIRO TEATRO escribo para agradecer, acompañar y sumar a esa red que sostiene el arte local. Cada reseña es un abrazo entre colegas, un gesto de amor hacia quienes crean desde la pasión y la resistencia. Mirar teatro es también sostenerlo y celebrarlo.